¿Sexo en el espacio?

La literatura cósmica asegura que sí, pero hasta hoy nadie lo ha corroborado. Los mitos más fecundos hablan de un matrimonio de astronautas que desafió la ingravidez en el Endeavour y que la NASA habría hecho una prueba con dos voluntarios en un transbordador. El turismo espacial planea ofrecer, entre otros servicios, una experiencia íntima.

Poco antes del primer acoplamiento entre los rusos y los estadounidenses en el espacio, en 1975 (entre la Soyuz 19 y la Apollo 18), el cosmonauta ruso Alexéi Leónov, uno de los protagonistas del evento cósmico, les dedicó algunas palabras a sus colegas americanos en la cena previa a la misión: “Les deseo una vida llena de sexo”, promulgó, desatando la risa del auditorio.

Lo que Leónov quería decir en realidad era “una vida llena de éxitos”, pero su débil inglés hizo confundir los vocablos successfull (éxito) con sexfull (lleno de sexo). Lo que tampoco sabía, era que la carrera espacial guardaría por décadas -incluso hasta hoy- la posibilidad de tener sexo en el espacio, generándose todo una mitología en torno al tema.

Una debilidad explotada por Pierre Kohler, un científico y escritor francés, que en su libro “The final misión: Mir, the human adventure”, cita un informe confidencial de la NASA sobre una misión de un transbordador espacial en 1996. Se trataba del proyecto clave STS – XX, que tenía como objetivo explorar las diferentes posiciones sexuales que es posible realizar en un ambiente de ingravidez.

En el experimento se pusieron a prueba veinte posturas sexuales, de las que fueron elegidas las mejores diez. Los dos humanos que protagonizaron la misión lo hicieron en condiciones reales de gravedad cero. Los resultados fueron grabados en video, pero la cinta fue considerada tan sensible, que incluso los directivos de la NASA sólo vieron “una versión censurada”.

La conclusión del experimento es que sólo es posible realizar cuatro posturas sexuales sin “asistencia mecánica”. Las otras seis seleccionadas necesitaban un cinturón elástico especial y un túnel inflable, al estilo de una bolsa de dormir.

Una curiosidad es que “la clásica postura del misionero, que es tan fácil en la Tierra, simplemente no es posible en gravedad cero”.

Más mito

Dado el hermetismo de la NASA y otras agencias espaciales en torno al tema, el mito se acrecienta. Pero el comandante Alan Poindexter, consultado por un periodista respecto a si pueden practicar sexo los astronautas en el espacio, dio una respuesta simple pero rotunda: no. “Somos profesionales. Nos tratamos con respeto y tenemos una gran relación de trabajo. Las relaciones personales no son una cuestión a discutir. No las tenemos ni queremos”, contestó.

La pregunta surgió luego de que en abril del 2010 se batiera el récord mundial de mujeres en el espacio, cuando cuatro coincidieron en la Estación Espacial Internacional.

Pero más allá de la postura de los astronautas, lo que parece seguro -al menos según el Proyecto Clave STS – XX- es que el sexo es posible. El problema no es entonces cómo, sino dónde. El mayor problema del espacio es paradójicamente el espacio. Los estrechos habitáculos de las naves espaciales dejan poco margen para la privacidad, un tema que el turismo cósmico espera resolver. Varias empresas que planean vuelos orbitales han anunciado que con el desarrollo de esta área, pronto los viajes serán cómo todos los periplos turísticos, y donde el sexo también va en las maletas.


DE LUNA DE MIEL

La sensibilidad del tema sexual en el espacio ha generado que la NASA evite parejas en sus misiones. Pero los astronautas Mark C. Lee y Jan Davis desafiaron los reglas. Cuando fueron encomendados a una misión en el Endeavour en 1992, ambos iniciaron su entrenamiento como solteros, pero poco antes del despegue del transbordador se casaron en secreto. La Agencia sólo se enteró poco antes del despegue, cuando ya era tarde para buscarles reemplazantes. Lee y Davis se convirtieron así en el primer matrimonio -y hasta hoy en el único- en el espacio.

Su aventura ha generado hasta el día de hoy, casi 20 años después, una serie de mitos y rumores respecto a si los recién casados tuvieron sexo en la misión, rumores que la pareja nunca aclaró. Tras el incidente, la NASA creó una regla básica para todos sus siguientes vuelos: sin esposos.

Lee tenía previsto viajar de nuevo a la ISS el 2000, pero la NASA lo reemplazó por Robert Curbeam por “razones no divulgadas”. Lee pidió revisar la medida, pero no fue reintegrado. Se retiró de la NASA el 2001.


GENTE MÁS LINDA

• La ingravidez genera algunos cambios beneficios para el cuerpo humano desde el punto de vista estético.

• Los rostros se vuelven más sonrojados y el busto de la mujer se ve más grande. De hecho, por la falta de gravedad, no requieren sostén.

• La cara se ve más abultada, lo que hace que desaparezcan las arrugas y las piernas se hacen más delgadas por la falta de fluido sanguíneo.


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