La “traición” de Google

De llevarse a cabo esta propuesta, se pondría fin a lo que hoy día conocemos como Internet -esto es, una red en donde todos participan en igualdad de condiciones-, mutilando uno de los pocos espacios realmente democráticos que quedan en nuestras sociedades y que permite una competencia basada sólo en capacidad y talento.

No importa la raza, la edad ni la religión. Tampoco importa si se está en Estados Unidos, Francia, Nueva Zelanda o en nuestro pequeño país llamado Chile. Sólo basta con un computador conectado a Internet para utilizar los beneficios de uno de los gigantes de este mundo de las triples w: Google.

Este buscador ha sido un “agente democratizador” a la hora de navegar por la web y, a lo largo de los años, se ha convertido en el compañero más fiel y útil para millones de usuarios. Pero Google nos traicionó.

Es que lo “lógico” hubiera sido que Google se convirtiera en un gran defensor del principio de “Neutralidad en Internet”, debido a que su vigencia asegura una navegación libre a todos los contenidos lícitos de la red, sus aplicaciones y dispositivos sin interferencias ni discriminaciones de ningún tipo, lo cual resulta indispensable para una herramienta como Google.

Por eso es que ha sorprendido y molestado tanto a nivel mundial lo ocurrido el pasado 9 de agosto. Google y Verizon (una de las principales empresas de Telecomunicaciones en EE.UU.) hicieron pública una declaración conjunta titulada “Verizon-Google Legislative Framework Proposal”, visto por muchos como un ataque al corazón del principio de neutralidad en Internet y -como lo han calificado algunos- una “verdadera traición” de Google al principio de una Internet libre.

Este controvertido acuerdo entre Google y Verizon, primero, especifica y consagra el principio de neutralidad en Internet, señalando que los proveedores de Internet no deberían discriminar contenidos, aplicaciones o dispositivos y que sólo deberían ejercer una administración razonable del tráfico de la red, además de establecer la obligación de entregar de la forma más transparente posible y en un lenguaje simple las características de las conexiones ofrecidas a sus usuarios.

Hasta aquí, la declaración es perfecta. Sin embargo, el documento agrega que por sobre el servicio regular de banda ancha, los proveedores de Internet deberían poder ofrecer otros “servicios adicionales” o diferenciados, en donde sí podrían priorizar tráfico y discriminar información dependiendo del servicio que se trate.

Asimismo, el texto sostiene que el principio de neutralidad de Internet tampoco se debería aplicar a la banda ancha inalámbrica o móvil, por ser éste un mercado aún muy inmaduro, con una infraestructura escasa y todavía en desarrollo.

Para decirlo en términos simples, el acuerdo Google-Verizon propone dividir en tres la actual red de Internet: (i) Internet fija o alámbrica; (ii) Internet inalámbrica o móvil, y (iii) Internet Premium o de servicios adicionales. Bajo este formato, el principio de neutralidad en Internet sólo sería aplicable para el primero de ellos.

Así, de llevarse a cabo esta propuesta, se pondría fin a lo que hoy día conocemos como Internet -esto es, una red en donde todos participan en igualdad de condiciones-, mutilando uno de los pocos espacios realmente democráticos que quedan en nuestras sociedades y que permite una competencia basada sólo en capacidad y talento.

No es necesario ser adivino para darse cuenta que la existencia de una Internet pública y otra “Premium” producirá que las mayores y mejores inversiones se irán a satisfacer las demandas de quienes más pueden pagar, sin la mochila de tener que “arrastrar” en cada mejora de la red a todos los usuarios. Por lo tanto, tendríamos una Internet pública y abierta, pero petrificada, que luego se convertiría en un verdadero “museo”, y otra red “Premium” con altos niveles de inversión.

Ante esta declaración, el órgano regulador en los Estados Unidos, la Federal Communications Comission (FCC), decidió suspender la ronda de consultas públicas para lograr una solución consensuada a la regulación del principio de neutralidad en Internet, postergando la decisión hasta después de la próximas elecciones parlamentarias de noviembre, a pesar de haber sido una importante promesa de campaña del propio Presidente Barack Obama.

En Chile, hemos logrado colocar un resguardo a la libertad de Internet con la aprobación de nuestra ley de neutralidad en Internet (hasta el momento, única en el mundo). Pero esta batalla está recién comenzando. Porque si los países más desarrollados no logran consagrar el principio de neutralidad, la fuerza de los hechos a nivel mundial terminará matando nuestra pequeña isla digital de plena libertad e igualdad en la red, llamada Chile.

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